
Tras el traspaso del gobierno golpista de Micheletti al “elegido” en los comicios militarizados y sin libertades, la oligarquía hondureña sigue siendo quien manda y dispone. El presidente constitucional Manuel Zelaya fue derrocado y expulsado del país de forma violenta e ilegal, y amparándose en falsedades tales como la que le imputa que “pensaba perpetuarse en el poder”. (A menor escala y salvando distancias, un argumento tan cierto como las armas de destrucción masiva que justificaron la invasión, ocupación y martirio del pueblo iraquí). Esa violencia inicial de junio del año pasado, continúa y se refuerza con este gobierno ilegítimo
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