
La violencia impune que sigue azotando las tierras del Bajo Aguán es consecuencia natural de un modelo salvajemente explotador, que asegura el enriquecimiento de unos pocos a costa del sudor, el atraso y la sangre de miles de familias campesinas. La militarización es el instrumento que estos sectores hegemónicos utilizan para mantener ese inhumano status quo. Durante su permanencia en el Bajo Aguán, Sirel conversó sobre ésto con el sacerdote Fausto Milla, defensor de derechos humanos y miembro de la Comisión de Verdad
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