
Después del desalojo violento de los manifestantes el 22 de septiembre, el ejército y la policía hondureños continuaron con la represión en los barrios y aldeas de la capital y en todo el país. Miles de personas que continuaron manifestándose espontáneamente contra el golpe de Estado fueron reprimidas y los hospitales se llenaron de heridos, de los cuales muchos tenían señales de tortura. Centenares de detenidos en todo el país, mientras en Tegucigalpa eran conducidos y amontonados en el estadio de béisbol “Chochi Sosa”, al mejor estilo de la noche oscura chilena.
seguir leyendo en Rebelión
No hay comentarios:
Publicar un comentario