El de Honduras es un episodio más del eterno conflicto entre los que tienen
y los que no tienen, entre la exigua minoría de explotadores y la gran mayoría de explotados y marginados: la lucha de clases. Por eso la oligarquía no aceptó que el pueblo expresara su voluntad en la consulta del domingo ni el posible cambio futuro de una Constitución que, lejos de favorecer al pueblo, lo ha convertido en uno de los más pobres del mundo. El golpe ha sido contra el pueblo: contra todos los Zelayas, no sólo contra un Zelaya solo.

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